Post by magus on Sept 15, 2005 21:37:22 GMT -5
El Láser Nuevo del Emperador
Por: Magus
El olor era fétido, una mezcla de humo de cigarro y otros gases que, por suerte, no se podían distinguir. Hans Thirring se sentó en una mesa llena de gente. No conocía a nadie. Abrió el periódico – Martes 25 de enero de 2007 – volteó sus ojos al primer encabezado – Final del Mundo: Cerca –. Las cosas se habían salido de proporción. Era la tercera vez que leía lo mismo esta semana.
Recordó que cuando el cambio de siglo estaba cerca todos los profetas predijeron que el mundo acabaría. Nunca se pusieron de acuerdo si el siglo cambiaba en el 2000 o en el 2001. No pasó nada. – La Tierra – continuaba el periódico – está formando un campo de energía que está doblando el tiempo y nos arrojará al pasado. – Una enorme exageración. Hans sonrió para sus adentros y pidió la bebida más cara que encontró en el menú. Hoy, él estaba de fiesta.
Salió del bar y empezó a caminar, no quería llegar a su casa para evitar a su esposa. Ella no entendía la importancia de la misión. Se sentó un momento. A veces, la suerte esta de tu lado y te permite hacer el descubrimiento del siglo, a veces, después de hacer el descubrimiento del siglo te preguntas si era buena o mala suerte. Cuando presentó su ponencia frente al Comité de Ciencias estaba seguro que era buena suerte. La Tierra forma una curvatura en el tiempo-espacio, a la que le llamamos gravedad, pero también está girando, por lo que dobla el tiempo-espacio en una manera que no habíamos pensado. La ponencia fue recibida con mucho entusiasmo y en unos meses había sido traducida a más de veinte idiomas. Decidió seguir caminando, ya era tarde y después de todo, también quería ver a su familia antes de salir.
Caminó hasta su casa, la única que aún se encontraba iluminada en toda la calle, y abrió la puerta procurando no hacer ruido para no despertar a nadie. Su esposa lo esperaba sentada frente a la puerta. – Otro día largo de trabajo, me imagino – oyó la voz de su esposa. Decidió no contestar, lo único que hubiera conseguido era un pleito. Le dio un beso y subieron a su cuarto. Antes de dormirse oyó a su esposa decir – ¿Sabes? Para mi también puede ser el fin del mundo. – el sabía.
Todo se salió de proporción en cuanto la ponencia llegó a la televisión. La Tierra no puede afectar el tiempo, no nos van a disparar al pasado. Pero en cuanto empezó a recibir dinero por explicar sus teorías en televisión, dejó de importarle. Los medios comenzaron a exagerar las cosas hasta que un día el gobierno decidió mandar una misión para destruir este campo. – ¡Destruir la gravedad! Que estupidez – pensó Hans. La paga era muy buena. Aceptó.
Hans explicó la misión a sus compañeros de equipo, dos astronautas que lo pondrían en órbita, – Tenemos que disparar un láser hacia la Tierra desde fuera de la atmosfera – eso no serviría para nada pero como usaban láser el plan sonaba muy impresionante y el gobierno lo pagaría – el láser actuará directamente sobre las partículas más básicas del campo lo que creará un efecto en cadena que en unos años detendrá completamente la creación del campo. Ustedes tendrán que poner el cohete en órbita y mantenerlo estable durante quince horas y media, durante ese tiempo yo voy a preparar todos los sistemas para disparar el láser – No pensaba hacer nada – El gobierno preparó un presupuesto de medio millón de dólares para esta misión, ustedes dos son los mejores astronautas de la Tierra y su país, aún más importante, su planeta los necesita. Vamos a tener que pasar algún tiempo allá arriba para verificar que el campo realmente haya desaparecido.
Ahora solo faltaba que alistaran el cohete y montaran el láser, entonces los pondrían en órbita por un tiempo indefinido, probablemente hasta que se les olvidara todo. – Que irónico – pensó – que la curvatura del espacio que va a destruir la Tierra es lo único que me va a mantener atado a ella. – Se durmió. Soñó con un cuento que le contaron cuando era niño. Dos sastres vendían al emperador un traje que solamente podían ver los inteligentes. Sonrió.
Por: Magus
El olor era fétido, una mezcla de humo de cigarro y otros gases que, por suerte, no se podían distinguir. Hans Thirring se sentó en una mesa llena de gente. No conocía a nadie. Abrió el periódico – Martes 25 de enero de 2007 – volteó sus ojos al primer encabezado – Final del Mundo: Cerca –. Las cosas se habían salido de proporción. Era la tercera vez que leía lo mismo esta semana.
Recordó que cuando el cambio de siglo estaba cerca todos los profetas predijeron que el mundo acabaría. Nunca se pusieron de acuerdo si el siglo cambiaba en el 2000 o en el 2001. No pasó nada. – La Tierra – continuaba el periódico – está formando un campo de energía que está doblando el tiempo y nos arrojará al pasado. – Una enorme exageración. Hans sonrió para sus adentros y pidió la bebida más cara que encontró en el menú. Hoy, él estaba de fiesta.
Salió del bar y empezó a caminar, no quería llegar a su casa para evitar a su esposa. Ella no entendía la importancia de la misión. Se sentó un momento. A veces, la suerte esta de tu lado y te permite hacer el descubrimiento del siglo, a veces, después de hacer el descubrimiento del siglo te preguntas si era buena o mala suerte. Cuando presentó su ponencia frente al Comité de Ciencias estaba seguro que era buena suerte. La Tierra forma una curvatura en el tiempo-espacio, a la que le llamamos gravedad, pero también está girando, por lo que dobla el tiempo-espacio en una manera que no habíamos pensado. La ponencia fue recibida con mucho entusiasmo y en unos meses había sido traducida a más de veinte idiomas. Decidió seguir caminando, ya era tarde y después de todo, también quería ver a su familia antes de salir.
Caminó hasta su casa, la única que aún se encontraba iluminada en toda la calle, y abrió la puerta procurando no hacer ruido para no despertar a nadie. Su esposa lo esperaba sentada frente a la puerta. – Otro día largo de trabajo, me imagino – oyó la voz de su esposa. Decidió no contestar, lo único que hubiera conseguido era un pleito. Le dio un beso y subieron a su cuarto. Antes de dormirse oyó a su esposa decir – ¿Sabes? Para mi también puede ser el fin del mundo. – el sabía.
Todo se salió de proporción en cuanto la ponencia llegó a la televisión. La Tierra no puede afectar el tiempo, no nos van a disparar al pasado. Pero en cuanto empezó a recibir dinero por explicar sus teorías en televisión, dejó de importarle. Los medios comenzaron a exagerar las cosas hasta que un día el gobierno decidió mandar una misión para destruir este campo. – ¡Destruir la gravedad! Que estupidez – pensó Hans. La paga era muy buena. Aceptó.
Hans explicó la misión a sus compañeros de equipo, dos astronautas que lo pondrían en órbita, – Tenemos que disparar un láser hacia la Tierra desde fuera de la atmosfera – eso no serviría para nada pero como usaban láser el plan sonaba muy impresionante y el gobierno lo pagaría – el láser actuará directamente sobre las partículas más básicas del campo lo que creará un efecto en cadena que en unos años detendrá completamente la creación del campo. Ustedes tendrán que poner el cohete en órbita y mantenerlo estable durante quince horas y media, durante ese tiempo yo voy a preparar todos los sistemas para disparar el láser – No pensaba hacer nada – El gobierno preparó un presupuesto de medio millón de dólares para esta misión, ustedes dos son los mejores astronautas de la Tierra y su país, aún más importante, su planeta los necesita. Vamos a tener que pasar algún tiempo allá arriba para verificar que el campo realmente haya desaparecido.
Ahora solo faltaba que alistaran el cohete y montaran el láser, entonces los pondrían en órbita por un tiempo indefinido, probablemente hasta que se les olvidara todo. – Que irónico – pensó – que la curvatura del espacio que va a destruir la Tierra es lo único que me va a mantener atado a ella. – Se durmió. Soñó con un cuento que le contaron cuando era niño. Dos sastres vendían al emperador un traje que solamente podían ver los inteligentes. Sonrió.