Post by agatha on Sept 22, 2005 0:57:06 GMT -5
El otro día la tele de 15 pulgadas me presumía que no era tan vieja como yo, que a ella siempre la iban a querer porque había sido un regalo de cumpleaños que el abuelo le había dado a la abuela y que desde el momento en que llegó todos la habían adorado. No quise decirle que eso no tenía tanta importancia como la manera en la que yo llegué, es verdad que soy muy viejo, he estado aquí desde que la abuela y el abuelo empezaron a vivir en ésta casa.
Yo fui parte de su cariño desde antes de que se casaran. Tengo un recuerdo muy vago de cuando pertenecía todavía a la naturaleza, ellos fueron al campo y grabaron en un gran árbol de caoba cuanto se querían; cuando ellos se casaron el abuelo puso todo su empeño para tener ese bello recuerdo cerca así que mando a hacer un objeto para la casa, fui el regalo de bodas que el abuelo le dio a la abuela. Por eso es que no pueden tirarme, se borrará ese recuerdo. No solo ese, el vestido de novia de la abuela y yo somos tan viejos como la casa, yo he cuidado de él desde que se casaron, nadie podrá protegerlo de las polillas mejor que yo.
Alguien se acerca, es la abuela y sus hijos, que raro están levantando a la tele. Los hijos traen una caja consigo; la tele grita pero nadie la escucha ¡no me cambien, por favor! Los niños están muy emocionados y gritan ¡vamos a poder ver ya las caricaturas a colores! La tele está muy triste, pobrecilla. La abuela se acerca a mi como sintiendo mi miedo. - ¡A ti no te pasará eso!
Yo fui parte de su cariño desde antes de que se casaran. Tengo un recuerdo muy vago de cuando pertenecía todavía a la naturaleza, ellos fueron al campo y grabaron en un gran árbol de caoba cuanto se querían; cuando ellos se casaron el abuelo puso todo su empeño para tener ese bello recuerdo cerca así que mando a hacer un objeto para la casa, fui el regalo de bodas que el abuelo le dio a la abuela. Por eso es que no pueden tirarme, se borrará ese recuerdo. No solo ese, el vestido de novia de la abuela y yo somos tan viejos como la casa, yo he cuidado de él desde que se casaron, nadie podrá protegerlo de las polillas mejor que yo.
Alguien se acerca, es la abuela y sus hijos, que raro están levantando a la tele. Los hijos traen una caja consigo; la tele grita pero nadie la escucha ¡no me cambien, por favor! Los niños están muy emocionados y gritan ¡vamos a poder ver ya las caricaturas a colores! La tele está muy triste, pobrecilla. La abuela se acerca a mi como sintiendo mi miedo. - ¡A ti no te pasará eso!